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martes, 24 de julio de 2012

Tangos de la vida IV. (Primera colección)

Pura, blanca,
la conociste,
de rosas rodeada.
Refugiada del hastío 
y los vientos tempestuosos;
por sus alas blancas
y total inocencia.
Y si vienen los caballos,
y si vienen los tambores,
sí vienen a pintar sus ropas y sus ojos
de rojos colores.
Sólo una sombra 
que le quitó su alma,
y ahora tú persigues
pero no hayas. 
Que una vez el blancor fue almidonado,
ya  no será blanco.
Y la viste, 
y la quisiste en tu vida, 
para curar sus heridas siempre.
Tus labios son los que busca,
pero no los que recuerda.
Y aún sangra, ¡quiérela!
Porque poco a poco te anhela.