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viernes, 9 de noviembre de 2012

Recuerdos.

Ciertas cosas en la vida te marcan para siempre. Esos momentos de miedo, de rabia, de ofuscación, de incomprensión, de anhelo, de deseo o excitación, de querer y no poder...
Marcan tus reacciones en futuros momentos y aparecen en tus peores pesadillas. Aquellos momentos en los que el corazón se te encogió en un puño y te dieron ganas de llorar, y probablemente lo hiciste.
Por muchas cosas que ocupen más tarde los lugares importantes en nuestra mente, todos recordamos cuando éramos pequeños y tuvimos mucho miedo, tanto que nos duró días y días.
Pero ya no tenemos temor a esas cosas. Ya no lloras cuando pasan veloces por tu cabeza. Aunque, por el contrario, sí puedes aún notar un minúsculo escalofrío que recorre cada milímetro de tu piel. Guardas ese miedo.
Tus pensamientos quedaron encerrados y la llave se perdió. Quizás porque la mente sustituye los recuerdos antiguos por los más nuevos, prevalece el blanco al negro. Lo cual no significa que éstos no queden. Tal vez, sólo tal vez, porque esa puerta carece de cerradura, nunca hubo llave para dejarlos huir.


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