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viernes, 1 de marzo de 2013

Un pájaro con vuelos, un corazón hueco y sangre derramada. CAPÍTULO 2.

Una noche de mediados de diciembre, días después. Casa de Isabel, amiga del instituto de Verónica.

Está pensativa, revisa el Tuenti y el Facebook de Alberto con impaciencia. Un estado muy raro, como si le hubiera pasado algo. O por lo menos eso parecía al poner "momentos mágicos con ella" en su muro. No lo tiene muy claro, ¿se refiere a ella? No... No puede ser. Duda por un instante, ¿le habla?, ¿le deja un mensaje privado preguntando por aquella extraña publicación?

─ Hazlo. Tienes derecho a saber si está con alguien o bien lo dice por ti y se ha dado cuenta de que te quiere. 
─ No. No tengo el menor derecho a reclamarle nada. Me lo dejó muy claro, sólo amigos. 
─ Está bien, como quieras. Yo le diría algo en tu lugar. 

Isabel siente lástima por su amiga y compañera, son uña y carne, y si pasa algo, se tienen la una a la otra para contarse las cosas y ver las posibles soluciones. ¿Y si habla ella con aquel individuo? No es mala idea, le mandará un mensaje escueto para que no se note que no es Verónica. 
"Hola, Alberto. Quería preguntarte por ese estado que hace poco has puesto, ¿va por alguien en particular?"
Ya está, con eso vale. Para cuando vea el mensaje que su amiga ha enviado en su nombre, dará igual. Además, le vendrá bien aclarar las cosas con ese muchacho que en su opinión, es un buen partido para ella.

Una mañana de varios días después, mismo mes de diciembre.

─ Verónica, levanta. Verónica... ¡arriba! 

Su madre le grita. Como odia los lunes... Se despierta somnolienta, cansada y aturdida. Anoche se fue de fiesta con sus amigos del pueblo y está realmente agotada, además del pequeño percance de los días anteriores. Alberto estuvo hablando con ella. Le puso los puntos sobre las ies. Son amigos y siempre lo serán, nada más. Si bien es cierto que él parece tener cierto interés por ella, se deja llevar por sus "amigos", chicos y chicas menores que él con los que sale y no son precisamente partidarios de que ella esté cerca de él. ¡Bah! ¿Y qué? Que se joda. Le ha dicho que no debe meterse en sus asuntos. Que son sus cosas. ¡Que le den! 
Tal vez se dé cuenta de que lo que hace es una tontería, tal vez recapacite, aunque sea un poco. 

Pero no, tres días después se daría cuenta. La cosa no iba a ir a menos, sino que iba a aumentar y mucho. 


Mes de enero. En el instituto, Verónica se distrae en el recreo con su amiga, y le cuenta su problema.

─ Entonces, ¿vas a quedar con Miguel? ─pregunta su amiga intrigada.
─ Sí, pero necesito tu ayuda. Por favor, mis padres no me dejarán quedar con él. Además, es horario de estudio en día de semana, ¡ni contigo me dejarían sino fuera por un trabajo!
─ ¿Y qué piensas hacer? ¿Escaparte? ─dice en un rebote.
─ Mmm... No. Simplemente me voy a tu casa a hacer el trabajo ese de música que nos han mandado. Si tú quieres, claro.
─ No sé, Vero, no lo veo... ¿Y si te pasa algo? Nadie sabrá dónde estás. No me fío de ese chico ni de su moto roja.
Isa realmente está inquietada. Verónica es su amiga desde hace tres años y teme que le pueda pasar algo al estar tan cerca del "fantástico deejay de ojos azules". Desde que han empezado a hablar por Internet prácticamente ha olvidado el incidente surgido con Alberto, pero lo preocupante es que ese tema se ha sustituído por lo genial que es Miguel y por el descorazonador secreto que esconde. 

─ Por favor, hazlo por mí. Es buen chico y, aunque hace poco que le conozco, me gusta mucho. Llevo hablando con él por Messenger más de dos semanas y es estupendo, muy peculiar.
─ Yo más bien diría "extraño" o "inquietante".
─ Venga... ¿A que quieres verme feliz? ─repite suplicante una vez más.

─ OK, que tu madre te deje en mi casa a eso de las cuatro y ya te vas cuando quieras. Por mis padres no hay problema. 
─ ¡Muchas gracias! Te lo recompensaré, aquí para lo que necesites estoy.

Un abrazo de amigas tras otro. Lo había conseguido. Iba a tener el primer encuentro con un muchacho que, sin saberlo, la marcaría de por vida.

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