Seguidores

sábado, 25 de febrero de 2012

Una razón para sonreír y otra para llorar, por haberte conocido.

Y dime qué hago... Voy a coger todos los momentos, los besos, las caricias, las risas, las intimidades; voy a meterlas en un cajón para no recordarlas.
Recuerdo que una vez me preguntaste si alguna vez había sufrido por un chico, yo te respondí claramente "más de una vez" y creí haber visto algo, algo diferente, cuando me dijiste que mi búsqueda se había acabado... Con lo que me demostraste en las semanas siguientes sólo conseguiste convencerme más de esa idea tan imperfecta pero tan perfecta para mí. 
Quizás todo eran mentiras, quizás no. Pero lo que está claro es que tanto no soy en tu vida, tanto no soy para ti, como para hacer cualquier cosa; cualquier cosa de la que yo sería capaz por ti.
Nunca lograré entender por qué jugar conmigo así, por qué enseñarme a depender de ti para luego llegar a esto... Es como quien le da una droga a otra persona durante meses, y luego se la quita para que sufra lo que es ser adicto a algo, depender de ello, y no tenerlo.
Quiero creer que si dejo pasar el tiempo todo cambiará y se arreglará, que me devolverás esas cosas nuestras que guardé en el cajón para no echarte de menos. 
En algún momento de este tiempo me dijiste que no querías estropear las cosas, que te importaba de verdad. Me gustaría pensar que era así, que lo decías de verdad..., y sobre todo que aún sigue siendo así. 
Hoy por hoy, no creo en tus "te quiero", y no volverás a oír uno de mis labios porque los tuyos no son sinceros. 
¿Recuerdas lo que hablábamos sobre el verano? ¿Recuerdas lo que decías que pasaría en verano? No querría que nadie ocupase tu lugar. 
Y soy tonta, lo sé, por seguir pensando igual. Porque aunque esté muy enfadada contigo por todo, por hacerme pasar esta historia, lo que siento no ha cambiado...
Una razón para sonreír y otra para llorar, cada día, por haberte conocido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario